El vacío adentro (2021)
Estoy en una realidad llena de alboroto, empastada de olvidos, de excesiva periferia. Inmersa habito en una tormenta de cosas que pasan fuera de mí. A solas en silencio aparecen imágenes a toda velocidad que intimidan, que suelen ser mudas. Aparecen fantasmas del pasado, chispas del deseo, vestigios de anhelos, rincones de vulnerabilidad, restos de mentiras. Sin el ruido de afuera el adentro se convierte en un silencio ensordecedor que devela el bullicio automático. Silencio que pide escuchar. Que reclama, que fusila, que atormenta, que castiga o de a ratos se enorgullece. En un intento desesperado lo amordazo con una operación repetitiva que hace miniaturas abolladas bordadas a superficies que quieren contener. Que están despojadas porque no tienen distracciones de cotillón que sostener.
¿Es lo social refugio de los cuerpos relucientes pero que habitan llenos de pausa?. ¿Estar en silencio es igual a la nada o es despojarse de la brillantina?.
El vacío adentro grita ignorado, oprime en su enorme vacuidad, molesta. Bordo la materia en una gimnasia que anhelo sea remedio de la imparable mente. Y así me mantengo vacía pero llena de mí. Llena de mis actos de salvataje.
La instalación consta de 5 cofres de vidrio y bronce de entre 15 y 35 cm de altura que contienen esculturas de cerámica (una escultura pequeña sin cofre). Cada pieza fue realizada en cerámica de baja temperatura con una segunda horneada de esmalte transparente a 1020 grados. Cada pieza está realizada a mano y sus detalles fueron bordados uno a uno. Las piezas de la instalación se forma con las 5 piezas sobre una superficie plana e iluminación puntual. Las medidas totales son de 150 cm x 150 cm.